Una reciente sentencia de la Cámara Federal de Apelaciones desestimó la solicitud de extradición de María Estela Martínez de Perón para que preste declaración indagatoria respecto de hechos delictivos cometidos entre el 9 de febrero de 1975 y el 24 de marzo de 1976 (Operativo Independencia).
El fallo reactualizó el anclaje de la ex presidenta con la política tucumana. Ella visitó Tucumán entre 1965 y 1983, en cinco ocasiones. Desembarcó en esta ciudad el 30 de octubre del 65, donde permaneció hasta el 1 de noviembre. Los sindicalistas azucareros Benito Romano y Atilio Santillán junto con el diputado nacional Fernando Riera fueron sus interlocutores. Además, asistieron dirigentes peronistas del noroeste.
La ex presidenta transmitía un mensaje de unidad, pero apareció en la arena política con la directiva de su esposo de acabar con el emergente proyecto del peronismo sin Perón. Disciplina y verticalismo. El adversario del exiliado de Madrid era el metalúrgico Augusto Vandor.
El último acto que encabezó como jefa de Estado fue el 2 de septiembre de 1975 cuando, junto a Romano, anunció la reapertura del ingenio Esperanza (Delfín Gallo), iniciativa que quedó trunca a raíz del golpe de Estado de 1976.
Después del golpe
Del ocaso político salió fugazmente cuando Raúl Alfonsín la invitó a las ceremonias programadas para su asunción como presidente constitucional. El 13 de diciembre ambos se reunieron en Buenos Aires y, al día siguiente, partió rumbo a Tucumán.
La Casa de Gobierno se había convertido, en tanto, en el lugar de encuentro de gobernadores peronistas que debían enfrentar el reto de convivir con un presidente radical.
Isabel Perón aparecía como el único factor de unidad del peronismo institucionalizado en el poder, pero fracturado internamente en lo partidario. Carlos Menem (La Rioja) y Roberto Romero (Salta) admitían la tutela de ella sin vueltas.
Simultáneamente, en una solicitada, Intransigencia y Movilización le planteó que estaba pendiente la profundización del programa de liberación. Esa corriente interna la responsabilizaba por el poder alcanzado por López Rega, la desnacionalización del gabinete después de la muerte de Perón y el verticalismo.
En la Casa Histórica
La viuda de Perón sintió el afecto de los militantes verticalistas que coreaban Perón, Evita, ahora Isabelita. La ex presidenta pronunció un discurso de tono desafiante en la Casa Histórica. La escucharon Riera, Carlos Juárez (Santiago del Estero), Ramón Saadi (Catamarca), Romero, Menem, José María Vernet (Santa Fe), Carlos Snopek (Jujuy), Floro Bogado (Formosa), Florencio Tenev (Chaco) y Adolfo Rodríguez Sáa (San Luis). El senador Edgardo Murguía representó a Santa Cruz. Isabel reflotó la declaración de la independencia económica de 1947. Conquistamos la soberanía política y la justicia social sólo será realidad si logramos afianzar la independencia económica, planteó. El destinatario del mensaje era la Casa Rosada.
Los traidores
Isabel dialogó a puertas cerradas con los jefes territoriales del peronismo. Menem dijo que la ex presidenta denunció que algunos dirigentes habían pactado con el régimen militar. Saadi le expresó que la reorganización del PJ debía producirse a través del voto directo de los afiliados. Juárez, a la vez, reclamó una reubicación de piezas de la dirigencia ante la nueva situación, porque el PJ que fue creado para ser oficialismo, pasó a ser fuerza opositora. Riera reveló, por su lado, que los gobernadores habían aunado criterios para defender el federalismo. Isabel dejó la provincia sin definirse sobre la reorganización del PJ. Nunca más volvió a Tucumán.